martes, 26 de marzo de 2013
Bajo la luz de las Pléyades (2) – Héctor Ranea
El maldito Adivino, Juglar Repositor y Kantor de la Scola Ominoso Canticus, también Cocinero de Manjares Rituales y Gran Maestre de la Hermandad del Bronce, nos había dado la tarea de catar la leche de las cabras de Hildegarda directamente de la ubre de cada una. Suponía, en su fantasía asombrosa, que, provocada por la luz de las estrellas Celaeno y Pleione, en los animales se había tratado de introducir un animal fabuloso que sólo con tal amague haría claudicar a nuestras mujeres haciéndolas descabellarse de tanto renguear con sus tres piernas. Pero luego descubrimos que su jugada era humillarnos al hacernos chupar a las cabras pues quería poner una fábrica de queso, haciéndonos echar a los Lecheros Monacales. Veneranda sea Hildegarda, aunque sigue impune el malvado.
El autor: Héctor Ranea
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