Aquello no era un asesinato, en el sentido corriente de la palabra; era un acto de fe, de justicia, de necesidad. Fe hacia la divinidad, que exigía sacrificios para conservar la pureza del pueblo; justicia hacia la familia Lambda, que había sido ultrajada con el nacimiento de la mestiza; necesidad hacia la comunidad, pues el advenimiento de la diosa estaba próximo y cualquier mácula entre los elegidos podía impedir que su glorioso destino se cumpliera.
Deberían haberlo hecho tiempo atrás, cuando la madre parió a la niña de ofensivo pelo rojo e iris color mar. ¡Qué insulto entre aquellas canas y miradas grises! Pero se habían redimido.
Aún no se había enfriado el cadáver cuando la diosa apareció. Un escalofrío recorrió la espalda de todos mientras contemplaban cómo centelleaban sus cabellos de fuego y el azul de sus ojos los juzgaba culpables.
6 comentarios:
Gracias por la publicación en su blog, un abrazo.
grandiosa tu aportacion.
en tan pocas letras una historia de la fe desbordada, que vulgarmente se le llama fanatismo
mario a.
Gracias por tus palabras, Mario.Me alegro de que te haya gustado.Un abrazo.
«cuando la madre parió a la niña de ofensivo pelo rojo e iris color mar.»
La ofensa, el agravio... Ah, como siempre, pequeños mortales que creen saberlo todo, cuando lo único que saben (¿que sabemos?) es lo que es enseñado como norma, como inamovible, como "natural".
¡Felicitaciones, Vanessa!
Un abrazo,
Esther
La ofensa, el fanatismo...y esos pequeños mortales que, como bien dices, creen estar en posesión de la verdad absoluta. Y cuanto daño pueden hacer para sostener esa verdad.
En este caso, se han encontrado con algo que no esperaban,la refutación tangible y terrible.
Muchas gracias por tu presencia y tus palabras, un fuerte abrazo.
Vanessa.
Publicar un comentario