domingo, 26 de febrero de 2012

Silla – Diana Sánchez


En el balcón de enfrente había dos sillas. Una, estaba en el suelo. Resultado seguramente, de un viento fuerte.
Todas las mañanas, yo miraba el balcón de enfrente. Nadie levantaba la silla. El sol le resquebrajaba las patas. Dolía verlas. La lluvia se deslizaba a sus anchas por el respaldo y golpeaba alocada en el asiento.
Pasaron muchos días. Un año pasó.
Una mañana bien temprano, alguien levantó la silla. Esa noche se cayó el balcón.


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