viernes, 2 de diciembre de 2011

Ecos – Héctor Ranea


El murciélago planeó sobre sus innumerables cenas de esa noche. No podía escuchar el zumbido que hacían, pero su ecolocalizador no le fallaba y tampoco lo delataba. En efecto, todos esos volátiles allá abajo nunca sabrían qué fue lo que les pasó ya que jamás podrían detectar su presencia. Nunca había fallado y sin embargo, esos avechuchos seguían viniendo, siempre migrando hacia o desde ese punto.
Tenía localizados decenas para esa noche así que se lanzó confiado en los ecos que le venían indicando que todo sería un mero trámite. Se limitó a abrir la boca y uno a uno entraron a ella primero un Boeing, luego varios Airbus y finalmente un Hércules lleno de ayuda a un país con brote de Ébola.

Sobre el autor: Héctor Ranea

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