viernes, 9 de septiembre de 2011

Implante – Héctor Ranea


Lo primero que hizo Suzmendi cuando le avisaron que ya podía caminar, fue ir al baño. Estando desnudo, no pudo evitar mirarse ahí, donde lo habían trasplantado.
No podemos ver lo que él en el espejo, pero su cara de sorpresa denotaba que algo grande, muy importante, estaba por pasar en su vida. Nunca había visto, evidentemente, algo así, ni en los gimnasios de todas las galaxias visitadas. Era impresionante.
Su mujer al principio se molestó bastante. Era obvio que a ella le gustaban los clásicos y eso más parecía un juguete que un órgano sexual. Pero no dejaba de mirarlo con el mismo asombro que él, que desde la mañana estaba perplejo.
Ambos se adecuaron al pene bífido de Xilograv que por error implantaron en Suzmendi. El problema era cuando querían hacerlo funcionar a la hora del noticiero, pues lo cantaba palabra por palabra, como una oración.

Sobre el autor: Héctor Ranea

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