El vendedor aseguró que las plumas de la almohada que acababa de comprar eran de cisne; imaginé entonces que mis sueños podrían volar alto y lejos…
Pero no se puede confiar en los vendedores…
Pasé la noche huyendo de las intenciones amorosas de un gallo y de las sospechosas invitaciones de un zorro.
Ahora, ya despierta, me preocupa el destino del huevo al que di a luz poco antes de amanecer.
jueves, 21 de julio de 2011
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1 comentario:
Qué buen cuentito, Olga.
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