domingo, 31 de julio de 2011

La vida tiene un precio - Isabel Mª González


Quiso ser humano: aprendió a mentir. No tardó en darse cuenta de que sería el único que no podría permitirse el lujo de hacerlo sin ser descubierto. Era tan difícil no mentir nunca, si incluso tenía que mentirse a sí mismo para poder seguir viviendo. Hoy, apesadumbrado, observa como su nariz se pierde en el horizonte sin que pueda hacer nada por evitarlo. Allí se le pone el sol, allí le sale la luna, y allí se queda dormido soñando despertares de maderas finas.

miércoles, 27 de julio de 2011

Buena noticia - Anna Rossell


El Consejo estaba reunido para escuchar con mística atención el informe del jefe de la expedición:
“Procrean por estímulo de cálidos vínculos emocionales, su cuerpo es un amasijo de huesos, nervios, músculos y cartílagos, su color es más o menos pálido o de ébano, han desarrollado una tecnología de rápido crecimiento que les hace pasar horas ante pantallas pobladas de iconos –por ello se sienten como Dios, son arrogantes, pero no se respetan lo más mínimo-: a menudo viven en condiciones pésimas y sórdidas, tratan a su entorno de modo bárbaro, sus ríos son pestíferos, sus cáusticas ciudades están cubiertas de una densa película de niebla y compensan su maltrato con parques temáticos, legan a sus vástagos esta tendencia evolutiva, que llaman “progreso”. La previsión era válida: no hay nada que temer; su civilización se autodestruirá en breve. Nunca alcanzarán nuestro planeta.”

Con la fidelidad de una sombra - Fernando Puga


La sigo, como siempre. Mis pies descalzos, en sus huellas. Va hacia la cornisa. ¿Saltará? Acaso mis ojos ardientes en su espalda le hagan volver la vista atrás. El estruendo al golpear contra las rocas se pierde entre las olas. Me desvanezco. Fría, esa mujer ingrata me abandona a mi suerte.

Linda manito - Silvia Alejandra García


Qué linda manito que tengo yo. Mi gato la trajo del baldío de enfrente. Se parece mucho a las manos de mi abuela, la que vivía con nosotros. Pero hace unos días, mientras mi papá que estaba solo con ella se acostó a dormir la siesta, mi abuela se escapó a la calle y se perdió. Como tiene Alzheimer…

El usurpador – Nedda González Núñez


Es noche cerrada. El hombre bajo la lluvia esconde su cara que es apenas una sombra inmóvil, entre el cuello subido y el ala del sombrero.
Cuando paso a su lado un hálito frío roza mi nuca, y empiezo a sentir sus pasos rápidos detrás de mí.
Lleno de un espanto tal vez irracional, trato de adelantarme aunque presiento que es inútil. Y es así; en un minuto estoy acorralado.
Giro y ahogo un grito, al ver que el hombre no tiene facciones. Pero mi silencio, no es bien recompensado.
Unos dedos como garras me destrozan las vísceras lentamente, mientras su rostro, que se va transformando en mi propio rostro, va develándose al compás de mi agonía.

lunes, 25 de julio de 2011

Chicana fallida – Sergio Gaut vel Hartman


Cuando John Lennon se hartó de Yoko Ono fraguó su asesinato, se ocultó en una pensión de Parque Patricios, Buenos Aires, Argentina, y adoptó una identidad ficticia gracias a una eficaz cirugía plástica realizada por el famoso Maurice Mirac. Lo que no pudo evitar es que la japonesa razonara de un modo parecido y tras convertirse en Yoshio Watanabe viajara a Sudamérica para volver a enamorarlo convencida de que nada les calzaba mejor que envejecer juntos limpiando sacos y batones en la tintorería Nagasaki, comprada por monedas a Tatsuya Nakadai, que por entonces quería cambiar de actividad para dedicarse a la cetrería virtual.

Retórica erótica – Javier López


—¿Sabe alguien cuál es la figura de construcción, que consiste en emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido completo, pero con los cuales se añade expresividad a lo dicho? —pregunta el profesor de literatura, temiendo que no va a recibir ninguna respuesta.
—Ahh, mmm, siiií, lo tengo entre los labios, en la punta de la lengua, casi puedo saborearlo —responde Marita, la chica más sexy de la clase, que parece conmovida por sacudidas sexuales.
—Está bien, señorita Sánchez, ¿va a decírnoslo? —el profesor muestra su evidente nerviosismo.
—Ahhhhhh, mmm, oh dios, siiiií, está a punto de llegarme, ¡me viene, me viene! —y la escena hace recordar a Meg Ryan en “Cuando Harry encontró a Sally"—. Me vino: ¡el pleonasmo!

Lo peor de lo peor - Jorge X. Antares


El Oscuro Señor del Oscuro Sitio se retiró a su siniestras dependencias. Incluso sus más curtidos siervos temían las nuevas maldades que podrían estar gestándose en su retorcida mente. Dentro de la habitación se escuchó un golpe y todos huyeron aterrados. Nadie vio a su Amo sentado en su butaca viendo la televisión, llorando y maldiciendo a la bruja que había matado a Blancanieves.

Avance - Héctor Ranea


Capacitorio, monje casi budista del monasterio de Santa Reparata in Bordelio, estuvo a punto de suicidarse sin saberlo al invocar erróneamente a San Tificado, quien lo mandó a cruzar el puente de Gualeguaichú disfrazado de rollo de papel, en castigo por suspenderle la siesta. Afortunadamente para Capacitorio, el camión que lo transportaba lo disimuló como hostias de papel maché para un programa de televisión.

jueves, 21 de julio de 2011

Evolución - Javier López


De niño me decían que era un cero a la izquierda. Con ese lastre viví hasta que me di cuenta que yo no era un cero cualquiera. Era un cero binario, un bit. Un día encontré a mi uno, y formamos pareja. Ahora somos felices: con nuestra prole y sus descendientes, hemos llegado a convertirnos en una megafamilia.

Engaño - Olga Appiani de Linares

El vendedor aseguró que las plumas de la almohada que acababa de comprar eran de cisne; imaginé entonces que mis sueños podrían volar alto y lejos… Pero no se puede confiar en los vendedores… Pasé la noche huyendo de las intenciones amorosas de un gallo y de las sospechosas invitaciones de un zorro. Ahora, ya despierta, me preocupa el destino del huevo al que di a luz poco antes de amanecer.

martes, 19 de julio de 2011

La apariencia no es sincera - Sebastián Chilano

No sé qué me rompe más las pelotas, si las moscas que me dan vuelta por la cara todo el día o tener que cagar parado y sobre el pasto. La dualidad me tiene podrido. A los estudiosos de la mitología les parezco un ser hermoso. ¿Qué carajo saben los eruditos de mi sufrimiento? ¿Saben que no puedo ir a la playa por la prohibición al ingreso con animales? ¿Que no encuentro dónde sentarme si quiero ir al cine? ¿Que soy puto si un tipo se quiere subir a mi lomo para dar una vuelta? No hay nada que hacer. En mi caso todo está perdido, mi vida es una mierda.
Soy la prueba, mitad hombre, mitad caballo: las cosas a medias no sirven.

Catarsis - Claudia Sánchez


No, no estoy enojada contigo. Estoy enojada conmigo, por no poder manejar bien mis circunstancias. Estoy complicada, con la casa nueva y con lo que falta hacer y con la mudanza y con mi madre y con mi hijo y con la falta de tiempo y recursos y la inacción ajena y propia. Y tengo tanto que hacer antes de marzo... y no puedo avanzar y me frustro y me paralizo y entonces me siento y escribo porquerías como éstas. ¿Me disculpas?

Tomado del blog: Cortitos

Al margen de la ley - Saturnino Rodríguez Riverón


El reo estuvo preparando la fuga durante diez interminables años. Después de procurarse lo necesario y seguir el plan paso a paso, meticulosamente, pudo escapar como lo había concebido: con todas las de la ley.

domingo, 17 de julio de 2011

Colaboración solidaria – Héctor Ranea


Adiviné que se pondría la camisa que le regalé para su último cumpleaños. Sin nada al cuello, claro. También supe que le sería difícil subir hasta ahí, por lo que dejé una banqueta suficientemente fuerte, para que no caiga de antemano. La soga la preparé con dedicación y amor, ella la vio y no pudo resistirse. Yo no sabía que se estila sacarse los zapatos, pero creo que a esa conclusión no le fue complicado llegar, siempre tuvo recursos técnicos. Escuché un golpe, emitió un rezongo con ronquido. Cuando termine de sacudir las piernas, la bajo. ¿Qué menos puedo hacer por ella?

Sobre el autor: Héctor Ranea

Imagen: Nature hurt, de Adjisketcherromance en deviantArt

La gran patraña - Sergio Gaut vel Hartman


Los marcianos de la tercera invasión se sorprendieron mucho al descubrir que los jerarcas del planeta rojo les habían mentido. Sus paisanos, aparentemente muertos en las dos primeras —y fallidas— invasiones, ocupaban lugares claves en casi todos los gobiernos e instituciones de la Tierra. Barak Obama, Bin Laden, Benedicto XVI, Bill Gates, Angelina Jolie, Mario Vargas Llosa y hasta Leonel Messi son marcianos. Más corrompido que ninguno, Arnold Schwarzenegger, declaró al Sirte News la misma tarde en que las naves aterrizaban en el Central Park.
—Por fin un poco de carne fresca. Ya estaba harto de comer humanos.

Sobre el autor:  Sergio Gaut vel Hartman

Imagen: Purgatory, de Brabaderke en deviantArt

Macondo y la tecnología – Javier López


Cada viernes, durante 15 años, se había acercado hasta la lancha que repartía el correo, para comprobar si llegaba una misiva que nunca llegó.
Su vida se fue consumiendo, su hijo murió y su esposa enfermó. Hastiada de la situación, un día ella le preguntó:
—Y ahora dime: ¿qué comeremos mañana?
—Mierda —respondió el coronel.
Ese fue el retrato de la decadencia de uno de sus personajes más recordados que nos dejó García Márquez.
Lo que omitió el premio Nobel es que el contestador del viejo coronel estaba atiborrado de mensajes que confirmaban que se le había concedido la pensión por haber servido bajo las órdenes de Aureliano Buendía durante su juventud.
Murió sin saberlo, por culpa de la legendaria torpeza de los ciudadanos de Macondo con la tecnología.

Sobre el autor: Javier López

Imagen: Blue, de Bluedance en deviantArt

Grieta - Rafael Blanco Vázquez


Miró por la mirilla y admiró:
—La de cosas que pasan ahí afuera.
Entonces llamaron a la puerta, toc toc.
Abrió y era ella, una insigne desconocida.
—Vengo a seducirte.
Se besaron, pero el cuerpo de ella era escurridizo.
—Chico, no sé si te podré consagrar todo mi tiempo, mi vida rebosa cosas.
—Pero yo quiero estar contigo.
—A mí me gustan tus besos.
Se besaron, pero el cuerpo de ella se escurrió.
Él miró sus manos vacías y pensó:
—Otro sueño que se esfuma.
Y se acostó.

Sobre el autor: Rafael Blanco Vázquez

Imagen: The eye, de Ibeamy en deviantArt

Lo siento, tengo que irme - Olga Appiani de Linares


Le bajo el cierre despacio y ella me deja ver, insinuante, lo que tiene debajo.
No sé cómo decirle que si estoy acá es solo por obligación, que no es momento para que nos acostemos, ni ha llegado la hora de pasar, una vez más, toda la noche a su lado en ese abrazo que tanto cuesta romper cada mañana.
Así que terminaré de desvestirla y me iré, dejándola desnuda y sola sobre la cama deshecha y ya fría...
Ojalá entienda que, de vez en cuando, toda almohada necesita que se le lave la funda.

Tomado del blog: http://olgalinares.blogspot.com/

Sobre la autora: Olga A. de Linares

Imagen: Melissa--Angel, de  Artnsm en deviantArt

Comida de trabajo - David Vivancos Apelluz


Hace tiempo que dejé de ir a comer con mis compañeros al bar del juzgado para hacerlo en mi despacho. Aunque sus platos difícilmente habrían satisfecho las expectativas del gourmet más exigente, sería injusto achacar mi decisión a la calidad de lo servido: de hecho, también había ido allí algún domingo con los niños. Mi elección tampoco guardaba relación con la crisis, ya que sus precios eran razonables. Fue fruto de la casualidad, supongo. No recuerdo cómo probé mi primer expediente pero sí su agradable sabor en mi paladar. Devoré providencias y papel timbrado con fruición desde ese día hasta la mañana en la que el juez entró en mi despacho alertado por los muchos documentos que últimamente se habían, digamos, traspapelado. Innecesario fue improvisar una excusa plausible: mis carrillos hinchados de celulosa me delataron. Dejó sobre mi escritorio una apelación particularmente incómoda. Ya sabe qué hacer con ella, dijo.

Imagen: Abstract land, de Amyandromain en deviantArt

viernes, 15 de julio de 2011

La llama - Carla Dulfano


Una pequeña llama basta para iluminar toda una habitación -vociferó inesperadamente un hombre parado en el fondo del templo.
-Qué hermosa metáfora –dije.
-No es una metáfora, estaba hablando con el portero. Hoy habrá corte de luz y me pregunta si una vela bastará para dar luz a todo el recinto.
-¡No hará falta! –gritó una mujer sentada a mi lado-. Dios va a hacer un milagro y habrá luz.
-Los milagros no existen –le expliqué.
-¡Los que no crean en los milagros divinos serán castigados!
-Señora, Dios sólo castiga a los buenos. Los malos pueden pagarse un abogado.
De pronto la luz se cortó y yo encendí una linterna que traía por casualidad.
-Te dije, querida, que Dios lo iba a solucionar.
-La linterna es mía…
-Pero él hizo que se te ocurriera traerla.
La miré con misericordia y no dije nada más.

Carla Dulfano

El circo invisible de John Doe - Alejandro Bentivoglio


Llegó a la ciudad y pronto se agotaron las entradas. La carpa era enorme, pero el público apenas entró. Durante dos horas permanecieron sentados y aplaudieron y vitorearon el vacío de las pistas centrales, las cuales estaban cubiertas de polvo y suciedad. Los niños rieron cuando no salieron los payasos. Los padres elogiaron la belleza de las muchachas que no estaban ahí cabalgando valientemente ningún elefante.
Cerca de las nueve de la noche todos se fueron comentando la maravillosa representación que jamás había tenido lugar en ese pequeño y feliz pueblo sin nombre.

Alejandro Bentivoglio

Tomado del blog http://memoriasdeldakota.blogspot.com

Fui yo - Alejandro Domínguez


Yo fui el primer hombre en ir al espacio. Finalmente me atrevo a confesarlo por este medio. Nunca lo había dicho por miedo a tener que dar una explicación en público. Nunca me ha gustado hablar en público. De hecho esa fue la razón por la que decidí ir al espacio. Allá no tendré que dar ningún discurso frente a una sala llena de personas, pensé. Así, tomé mis cosas y simplemente me fui. Durante varios días estuve ideando la manera de sobrevivir. Finalmente se me agotó la paciencia. Caminé a la oficina de empleos de la estrella en donde me encontraba y ofrecí mis servicios. Perfecto, me dijeron, justamente buscábamos a un profesor que diera cátedra en nuestra universidad.

Su historia - Daniel Sánchez Bonet


En Toledo hubo una vez un hombre mono que sugirió unirse con otros para formar un poblado en un vado sobre el curso medio del río Tajo. Con el tiempo, junto a otros grupos fundaron una ciudad y la amurallaron para evitar la conquista del enemigo y entonces, se convirtió primero, en romano; después, en visigodo; luego, se pasó a la fe musulmana y al cabo de muchos siglos, a la cristiana, para después de un período de cierta estabilidad, convertirse en revolucionario hasta que por fin se acabó la guerra. Ahora, melancólico y con las manos en los bolsillos, el mismo hombre camina por el centro de la ciudad mientras descubre en cada uno de sus rincones un pedacito de su historia.

Tomado de : http://microrrelatoapeso.wordpress.com/2011/01/10/su-historia

Mover - Martín Zariello


La sacó a bailar y ella aceptó. Las luces parpadean a toda velocidad y hacen que la gente parezca robótica. Expuesto al estallido de luces, él practica movimientos geométricos con sus manos. No para de formar triángulos y rectángulos que acaban por hipnotizarla. Ella creyó que bromeaba, pero no, ésa era su forma de bailar: hacer movimientos geométricos bajo las luces parpadeantes de la disco. Y así él la sedujo a ella.

Sobre el autor: Martín Zariello

miércoles, 13 de julio de 2011

Viceversa – Sergio Gaut vel Hartman


—Deme una idea —exigió, perentorio.
—¿Para qué? —le pregunté.
—Cosa mía.
—Usted me pide una idea, el producto de mi talento o de mi estupidez, pero es mía. Si no me dice para qué la quiere, no se la doy.
—Uf, bueno; para escribir una microficción de 149 palabras.
—¿Por qué no usa una idea suya?
—Porque no se me ocurre nada.
—Es feo mendigar.
—Peor es robar.
Reflexioné durante unos segundos. Es cierto, concluí.
—Bueno, le doy una idea.
—Diga, ¡diga! —me apremió, ansioso.
—Un desconocido me aborda por la calle, me pide una idea, no me dice para qué es; entonces se la niego, se exaspera, me amenaza, saca un arma, me asesina.
—¿Esa es la idea?
—Sí, esa es, pero esos son hechos ficcionales. En la realidad las cosas ocurren exactamente al revés. —Y sacando mi Beretta Px4 Storm, le pegué un tiro en la frente.

Superheroes - Alejandro Bentivoglio


La capa no alcanza para volar. Padres muertos o cualquier otra historia trágica no es suficiente para no verse ridículo en un disfraz de murciélago. El diseño, sin embargo, empieza por las botas. El color y un material resistente es lo primero que debe tomarse en cuenta. Los guantes son opcionales. Los accesorios de todo tipo son indispensables.

En el caso de elegir la supervillanía, es conveniente lucir una calvicie incipiente o algún defecto de nuestra persona que puede justificar esa satánica maldad que nos empeñamos en propagar.


Tomado del blog: http://memoriasdeldakota.blogspot.com/

El levantador - Javier López


Antes de aceptar mi nuevo empleo, he de reconocer que confundí los objetivos.
Estuve durante varias semanas entrenando a diario en un gimnasio, reforzando la musculatura de piernas, abdomen, biceps, espalda y hombros. Aunque de poco me sirvió. Una vez que comencé a desempeñar mi tarea, tuve que entrenar bien el ojo para no dejar pasar una coma, guión o tilde erróneas. Y es que el trabajo de levantador de textos requería maña, y no fuerza. Aunque eso sí, para textos cercanos a las mil palabras, nunca viene mal manejarlos con un poco de músculo.

lunes, 11 de julio de 2011

Desacuerdo - Javier López


—Son mil quinientos treinta euros —dijo el especialista sin mirar siquiera a su clienta.
—¿Mil quinien...? ¡No puedo pagar esa cantidad, es demasiado caro! Por mi marido me cobró ochocientos, y la diferencia de tamaño entre Jack y mi esposo es bastante notable.
—No siempre es cuestión de tamaño, señora. Su marido se comportó como yo esperaba: estuvo quieto y no obstruyó en ningún momento mi trabajo. ¡Pero Jack...! No ha dejado de moverse un solo instante, ha intentado escaparse en varias ocasiones y me ha mordido tres veces. —Ahora sí la miró desafiante, molesto con el trabajo realizado e incómodo con la actitud de la mujer—. Además, me parece muy bien que su esposo quisiera ser enterrado en el mausoleo familiar con su pitbull, ¡pero al menos podría haber esperado a que el pobre animal muriera para embalsamarlo!

True Love - Alejandro Bentivoglio


Siguió por el pasillo hasta llegar al fondo. Una mujer pequeña lo esperaba en un rincón. Él le besó la frente. Ella sonrió y le mordió ferozmente el tobillo, arrancándole la piel, la carne y el hueso.

Él cayó sabiendo que ella lo devoraría. Que era inútil resistirse, porque un hombre enamorado ya no sabe cómo decir que no.

Tomado del blog http://memoriasdeldakota.blogspot.com/

Hoy más que nunca – José Antonio Parisi


Entró como una ráfaga al despacho. Colgó en el perchero el paraguas todavía goteante. Se derrumbó en un sillón. Su corazón le latía a mil, sin embargo, lo sintió un remachado recipiente vacío, ¡hoy más que nunca! Se sermoneó severa y mentalmente, ¡hoy más que nunca!. Los expedientes apilados en el escritorio: ¡qué esperen! ¡Hoy más que nunca!
¡Justo hoy, que estaba decidido a saludarla en el ascensor le fue a dar otro acceso de hipo! ¡Hoy más que nunca!

En la cancha se ven los pingos - Martín Gardella


El partido definitorio se jugaría en nuestra ciudad, y especulábamos que eso nos daría una gran ventaja deportiva, ya que los rivales venían de muy lejos.
El equipo visitante salió a la cancha con Agrio de arquero; Anfión, Quirón, Dafnis y Euritión en la defensa; Folo, Homados, Juancaballo y Mimas en el medio; y la imbatible dupla Antímaco y Tautamante en la delantera.
Nos equivocamos al pensar que, por su aspecto, ellos serían unos burros para el juego. Las dos piernas extras que tenía cada jugador de la visita, con una velocidad y habilidad muy pocas veces vista, resultaron ser una ventaja excesiva, y el partido casi termina en una goleada. Sin que nuestros jugadores pudieran hacer nada para evitarlo, aquella inolvidable tarde triste, el equipo de “Centauros Football Club” nos mandó al descenso.

jueves, 7 de julio de 2011

El misterioso cuarto donde a veces se vive - Alejandro Bentivoglio


En un rincón vive un hombre que no conozco. En otro vive una mujer que me ignora. Los otros dos lados de la habitación me son inalcanzables. Generalmente me paro en el medio y observo los contornos de lo visible.

Algunos observadores externos han criticado mi evidente negativa a buscar una puerta. Sin embargo, sólo yo sé la verdad sobre el piso que se hunde y sobre el más extraño techo que se humedece unas noches sí y otras no.

Alejandro Bentivoglio

Que hable ahora... - Daniel Sanchez Bonet




Se conocían hace muchos años. Habían compartido juntos episodios románticos, escenas inolvidables y novelescas historias de amor. Se podría decir de sus vidas que desde que se cruzaron en aquel cuento de hadas, él siempre fue un príncipe azul para ella y ella, una doncella de finas maneras para él. Ahora, por fin, y como todo el mundo esperaba de aquella inagotable pasión, había llegado el momento y los dos estaban a punto de darse el sí quiero definitivo:
—Estamos aquí reunidos para unir en matrimonio a Armando y Lucía —dijo el cura—. Si alguien se opone que hable ahora o que calle para siempre —prosiguió.
En la última fila, agazapado y con la mirada fija de los familiares sobre su boca, el narrador levantó la mano.
Tomado del blog Microrelatos a peso

Broma de 29 de diciembre – Christian Lisboa


El camaleón se miró las botas manchadas de sangre y pensó: “¡Qué desperdicio!”. Luego, se lavó minuciosamente y ocultó con crema las ojeras. No había dormido una pestañada. Había cambiado de apariencia tres veces durante la noche, y estaba cansado por la lucha y la carrera de regreso. Recién comenzaba a caerle el peso de la culpa. “¡Qué joder, aquí vamos de nuevo!”, se dijo, y se encaminó a la oficina. Aún no retiraban las guirnaldas navideñas de la puerta. Apenas entró, se le acercó Carlitos, todo compungido, con cara de culpable, y le dijo a media voz:
—¡Perdóname, ya sé que es una broma pesada eso de que tu mujer y Arturo anduvieron revolcándose por ahí!, pero era día de los inocentes, ¿sabes?
—Yo te tengo una broma de veintinueve de diciembre —dijo el camaleón desenvainando el facón.

martes, 5 de julio de 2011

Timidez - Fernando Puga


Se sonroja aun antes de que se abra la puerta. Paradita en el umbral, ella lo mira de arriba abajo: una mano en la espalda, la otra con el ramito; el balanceo de las piernas barriendo las hojas amarillas que se amontonan en la vereda; la cara como tomate pintón. Lo ilumina ella con su blanca sonrisa y el rojo de él va virando a un rosa pálido. Lo invita a pasar, más con el gesto que con las palabras. A él se le enredan en la boca.

Xenofobia - Javier López


El timbre suena. Me siento como Catherine Hepburn justo antes de abrir la puerta a Sidney Poitier en "Adivina quién viene a cenar".
Somos más de diecisiete mil millones de seres humanos. Y mi hija ha tenido que ir a elegir a ese individuo. ¿Qué dirán en el barrio? ¿Cómo podré abrazarlo o besarlo cuando entre en casa? Y lo peor, ¿cómo serán mis nietos? Los mirarán mal, los insultarán, les dirán mestizos y se burlarán de ellos.
Abro la puerta. Y sucede lo que me temía. Soy incapaz de pronunciar una sola palabra ante la presencia de mi futuro yerno. Un hombre de color verde y aspecto repulsivo.
Se lo había advertido a mi hija. Somos más de diecisiete mil millones de seres humanos. Y ella tuvo que elegir a ese alienígena venido de Dios sabe qué planeta.

¡Oh, Casandra! - Anna Rossell Ibern


Aunque parecía sórdida ficción, la temática de la vieja película había sido una premonición; el vínculo con la realidad era bárbaro. Pero la advertencia no sirvió de estímulo a la criatura que se consideraba la imagen de Dios en la Tierra: el rápido calentamiento de la tierra había provocado drásticos cambios medioambientales y en las especies animales, algunas se habían extinguido. Sólo eran válidas para las cáusticas condiciones de vida las que habían desarrollado un cartílago protector sobre su cálida piel, las posibilidades de supervivencia eran mínimas, hasta los bosques de ébano –la madera más noble- se habían convertido en lugares pestíferos, de aire pésimo. Sobre la tierra quedaban sólo algunas tribus de primitivas costumbres que adoraban iconos con místico fervor y flagelaban con látigo a todo aquél que vulnerara la Sagrada Ley de la Naturaleza. Eran los últimos vástagos humanos.

El frío desierto de lo lejano - Alejandro Bentivoglio


El astronauta puso su pie en la luna. Pensó alguna frase brillante, pero no se le ocurrió nada. Clavó su bandera junto a todas las otras. Volvió a su nave y comunicó al planeta que la misión estaba cumplida.
Los habitantes de Plutón no prepararon ninguna bienvenida a su héroe espacial.

Tomado del blog http://memoriasdeldakota.blogspot.com/

La palabra exacta – Oriana Pickmann & Javier López



Sabía que la había puesto en algún lugar, pero si algo destaca en casa es que no soy una amante del orden. ¿Quizá en el cajón de las metáforas? Fui a buscar y allí no estaba, solo encontré varias puestas de sol y un reguero de perlas. ¿En la estantería entre las metonimias? Tal vez incluso alguna me pudiera valer, pero no me terminaba de convencer algo que te lo cambia todo por solo una parte. Buscar entre las hipérboles lo descarté de antemano, sin llegar a abrir siquiera su gigantesco armario.
Y ya cuando menos lo esperaba, rápido como un fulgor, apareció el sinónimo de centella que había estado buscando. Lo había tenido todo el tiempo sobre mi mesa de trabajo.

Oriana Pickman
Javier López
imagen de Caín Santamaría

Instante de magia - Fernando Puga

Llovió sobre la ciudad. Aún persiste una leve garúa. Es de noche. Se multiplican sobre el asfalto de agua los ojos urbanos de mercurio.
De regreso del repique de tambores milenarios me detiene la barrera ante el paso del tren. El arrullo de Madredeus* baja mis párpados. Se elevan mis brazos como alas de cisne y bailo en la butaca.
Nada va a suceder. Nada ha sucedido.


*Madredeus: conjunto musical portugués.

Fernando Puga
Imagen de Il Castigliano

La venganza - Rita Vicencio



Él hizo lo imperdonable y ella decidió corresponderle. Durante mucho tiempo se contuvo, hasta que al fin fue a la tienducha oscura y maloliente que descubriera una triste noche de desilusión. Compró la pistolita negra con su carga correspondiente y se dedicó a emboscarle en aquellas noches sin luna. Hasta que al fin lo tuvo a tiro bajo la luz de una farola. Disparó resuelta y sin remordimientos, tenía un blanco perfecto. 6 tiros silenciosos y certeros le perforaron, sin que se percatase, la sombra. Así, lentamente se le fue la ilusión, la vida y esperanza por esos huecos certeros que le dejaron seco.

Tomado del blog http://saborajenjo.blogspot.com/

Imagen de Telika

viernes, 1 de julio de 2011

Pobre vieja - Carla Dulfano


-¿Le compraste el remedio a la pobre vieja? –preguntó Sergio.
-Uy, se me pasó... en quince años es la primera vez que me olvido –dijo Silvina.
-Ni de tu propia madre te acordás.
-¿Mi madre? ¿Cómo? ¿No era la tuya?
-No. Yo la vi por primera vez el día que nos casamos; pensé que era tu madre. Estaba sentada al lado tuyo. Vos y yo nos conocíamos hacía dos meses…
-Yo pensé que era tu mamá, Sergio. Cuando nos fuimos de la fiesta la metí en el taxi porque vos le dijiste: "Vamos". ¿Te acordás que mi amigo Pablo nos ayudó a sentarla en el asiento?
-Si, el que se fue a vivir a París al día siguiente.
Un timbre interrumpió la conversación. Era el cartero. Llegó una postal.
-Es de mi amigo Pablo, desde Paris -murmuró Silvina-. Dice: "Gracias por cuidar a mi madre estos quince años"...


Dudas - David Moreno


Lo mejor de este año ha sido el nacimiento de mi primer hijo. Todo el mundo, al ver sus ojos redondeados, su nariz respingona y sus pequeñas orejas, decían que se parecía a su madre. Que de mí no había salido nada. Incluso, empecé a tener dudas. Dudas que se disiparon cuando al llegar la primera noche con Luna llena el pequeño abrió su boca y asomando un par de puntiagudos colmillos, emitió unos agudísimos aullidos.


Bucle - Rafael Blanco Vázquez


Sus relaciones con los demás eran cada día más conflictivas.
Ni él entendía a nadie ni nadie le entendía a él.
Evidentemente, se estaba quedando solo.
No pocas veces pensaba en relajarse, en intentar comprender a los demás, en abrirse.
Pero para no sucumbir a la tentación, llegaba a casa y se leía uno o dos relatos de Bukowski.


Sobre el autor: Rafael Blanco Vázquez