martes, 9 de noviembre de 2010

Epicureísmo - Claudia Sánchez


El festejo estaba por comenzar. Ni bien terminó de limarse las uñas, sirvió un vaso generoso de sangría helada, encendió las velas aromáticas y puso esa música seductora que tanto le gustaba. En terapia había llegado a la conclusión que tenía que hacerse tiempo para el placer. Era difícil, porque el tiempo escaseaba. Pero ahora disponía de media hora antes de que llegaran los chicos y la aprovecharía al máximo aunque dudaba  en superar el tercero. Igualmente era un buen número. Se acomodó en el sillón, abrió su  laptop y comenzó a leer los escritos químicamente impuros. Murió de placer.

3 comentarios:

¡Dragón a la Vista! dijo...

Apología del gozo desmedido. Buen ritual!

Mónica Ortelli dijo...

jajaja ¡Muy bueno, Claudia!
Saludos!

Héctor Ugalde dijo...

¡JAJAJAJA! El dulce placer de tener tiempo para hacer lo que uno quiere... Por ejemplo: leer tu microcuento. :]
¡mUCHos salUCHos de UCH! :]