lunes, 29 de noviembre de 2010

El lobito mentiroso - Daniel Frini


A la quinta vez que el lobito gritó «¡Viene el hombre! ¡viene el hombre!» la manada, furiosa, decidió ignorarlo. Diez minutos después, el lobito era huérfano y no quedaba nadie vivo en su clan. Pasó toda su vida arrepentido de aquella mentira que creyó sólo un juego, y despreciado por sus semejantes. Al final de sus días tuvo la oportunidad de revindicarse cuando atacó a un gran rebaño que pastaba en la ladera de la colina. Satisfecho consigo mismo, todo manchado de sangre y somnoliento, descansando a la sombra de un grupo de álamos después de haber matado más de cuarenta ovejas, se preguntó porqué los hombres no protegieron a sus animales, a pesar de que el pastor que actuaba de vigía gritó varias veces «¡Viene el lobo! ¡viene el lobo!»

Sobre el autor: Daniel Frini

Triángulo criminal - Raúl Brasca


Vayamos por partes, comisario: de los tres que estábamos en el boliche, usted, yo y el "occiso", como gusta llamarlo -todos muy borrachos, para qué lo vamos a negar- yo no soy el que escapó con el cuchillo chorreando sangre. Mi puñal está limpito como puede apreciar; y además estoy aquí sin que nadie haya tenido que traerme, ya que nunca me fui. El que huyó fue el "occiso" que, por la forma como corría, de muerto tiene bien poco. Y como él está vivo, queda claro que yo no lo maté. Al revés, si me atengo al ardor que siento aquí abajo, fue él quien me mató. Ahora bien, puesto que usted me está interrogando y yo, muerto como estoy, puedo responderle, tendrá que reconocer que el "occiso" no sólo me mató a mí, también lo mató a usted.

Brújula de Trewell - Esteban Dublín


La brújula creada por Miles Trewell tiene una característica única. Quien la tiene en sus manos no ve hacia dónde queda el Norte, sino la dirección en la que se encuentra su alma gemela. No siempre –valga la aclaración– la brújula de Trewell apunta a la pareja actual del que la sostiene, factor determinante para finiquitar relaciones que, incluso, estaban a punto de llegar al altar. Ante el misterio de la brújula, un grupo de fanáticos la ha resguardado como un oráculo sagrado en un recóndito pasaje de la República de Saharui, al noroccidente de África. Allí, se permite sostener la brújula por un par de segundos, pero los saharuis cobran con la vida la consulta del visitante,. Riesgo que, a la fecha, miles de miles han corrido con tal de saber en dónde se encuentra el amor.

El último vuelo - Patricia Gloria Oyola


Amanecía. El anciano se revolvía en su cama con los ojos cerrados. ¿Soñaba? Una mano joven, enérgica, lo sacudió y, entre dormido, escuchó el zumbido de un avión en vuelo. Tardó en reaccionar. A su alrededor, otros estaban como él, adormecidos… y, unos jóvenes encapuchados los ponían en fila… el sol le estallo en la cara y el aire con olor a río, lo despertó.
Solo pudo ver las aguas marrones y sintió el empujón, que lo despidió hacia el agua. Quiso gritar y se ahogó.
—¡Doctor, doctor! ¡El paciente se ahoga!
Con un último estertor, el anciano se quedo quieto… con los ojos abiertos. El médico movía la cabeza incrédulo.
¿Era de verdad un ACV? Porque de la boca del anciano brotaba un barro verduzco y maloliente.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Tiempo Loco - Daniel Frini


—Tiempo loco, ¿no cree vecino? —dijo la oruga desde una rosa.
—Hoy llueve, mañana hay viento, pasado nieva, y después nos fríen cuarenta grados a la sombra —acotó el ciempiés, desde un aloe—. La culpa es de la mariposa del gladiolo del otro cantero. Cada vez que mueve sus alas, la muy estúpida estropea el fin de semana.

Sobre el autor: Daniel Frini

Metaterrestres - David Baizabal


Al principio todos teníamos una idea en común: la nave aterrizaría, se abriría la compuerta y tres siluetas aparecerían en el umbral. Así lo hicieron. Aquí la opinión se dividió, unos creíamos que dispararían un arma desintegradora y otros que darían un mensaje de paz. Ninguna de las dos cosas: todos caminamos hacia la nave. Ahí dentro, unos pensamos que harían crueles experimentos con nosotros, otros que nos torturarían y los más realistas que destruirían el planeta. Nos llevaron a una sala de conciertos. Vimos la sinfónica bien formada y pensamos que tocarían maravillosamente, que sería un asco, que harían malabares con los instrumentos, que se burlaban de nosotros o que querrían que les enseñáramos. Eso habría sido mejor que ver a Stravinsky, a Mussorgsky, a Mozart y a Mendelssohn junto con otros muchos quitarse los disfraces.

Fantasma - David Moreno


Mi primera vez no se puede decir que fuera la mejor, no me resultó fácil. Me habían instruido bien, llevaba la teoría bien aprendida en mi cabeza pero claro, la práctica era otra cosa. Recuerdo que bebí un par de whiskys previamente y casi de trago. A los preparativos, con suavidad, le siguió irremediablemente el momento culmen. La penetración se complicó en exceso aunque finalmente lo logré. No imaginaba que me provocaría tanta excitación. Y es que atravesar las paredes te permite visualizar las vidas ajenas sin ser visto.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Filología - Carolina Fernández G.


Lo nuestro rompe con la gramática tradicional, viola las leyes de la sintaxis y supera la lingüística clásica. La elipsis ya es explícita y el sujeto tácito salta a la vista. Tus ganas riman con las mías y aunque no seamos unimembres, nada separa nuestros núcleos que se fundieron en el contexto narrativo del asunto. Las acciones son infinitivas, imprecisas, sin pretéritos. Y menos los futuros, que se empeñan en quedarse para siempre en el presente o viceversa. A veces confundo los pronombres, sin saber hasta dónde llego yo, sin ser vos o nosotros, y me brotan los posesivos celosos, dominantes, autoritarios, aplastando con dureza cualquier sinónimo imprudente, para que seas mío, solamente mío sin ningún circunstancial de compañía.

Lobos marinos – Fernando Puga


No tropecé, no me empujaste. No me distraje ante la belleza del luminoso cielo nocturno. No notaste que era la oportunidad para deshacerte de mí. No. Yo quise volar y tú no descreíste de mi deseo.
Sobre la playa, ladran los lobos marinos y se disputan los pedazos de carne esparcidos sobre la arena. 
No te asomarás; la altura del acantilado no deja lugar a dudas. Desandarás el camino hasta el hostal y mientras repasas la velocidad de mi caída te alegrarás de tener los pies en la tierra.

Paradoja, si las hay – Héctor Ranea


Ayer vi cómo seré, cómo moriré. Es raro ver en las retinas y saber qué es lo que verán cuando no vean o ver en ellas el futuro que no podrán ver. De alguna forma —pienso— es como ver el futuro (paradoja, si las hay) o suponer que en ese futuro hay un pasado posible implícito, que es hoy. Que fue ayer, precisamente, cuando vi cómo seré y cómo moriré. Porque vi pasar al hombre, a su mujer, enlazados por las manos.
Ella iba enseñándole a caminar en la oscuridad total de sus ojos. Entonces recordé esas fotos que tomaron de mis retinas resquebrajadas como una pintura al óleo abandonada y mugrienta, manchada de un sol oscuro que la va desvaneciendo en la nada.
Ayer —decía— vi el futuro con mis ojos que no verán.

Escalada – Sergio Gaut vel Hartman


Cansado de escribir microficciones decidió empezar una novela. El título elegido fue de por sí elocuente: Escalada. Y la técnica para realizarla, original y novedosa: el primer capítulo tendría dos palabras, el segundo cuatro, el tercero ocho y así sucesivamente, duplicando la cantidad de palabras en cada capítulo subsiguiente. Pero el defecto de la técnica estribaba en que el capítulo 19 tenía 524.288 palabras, el 20 superaba largamente el millón y el 30 andaba por arriba de los mil millones. No obstante el escritor no se desanimó. En un reportaje concedido al canal de la Mancha, confesó: —Menos mal que lo mío son las palabras; imagínense si se me hubiera ocurrido aplicar este sistema a la invención de un juego como el ajedrez, pidiendo como recompensa muchachas de 23 años o diamantes sudafricanos.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Desde hace una semana - Samanta Ortega

Desde hace una semana, salgo todos los días al jardín por la mañana y al atardecer.
Lleno la regadera con agua fresquita.
Las semillas no se ven pero hay miles.
Utilizo las dos manos porque la regadera es de 5 litros y tengo los brazos finos.
Echo toda el agua en mi cabeza.
Ahora hay que esperar.

Tisana – Héctor Ranea

Esta pócima la preparó Bernardo d’Apoteca en 1030 en la Abadía de Uderzi. Ésta pasó al poder del Conte de’Federighi in Montevelcro en 1259 y desde entonces formó parte de la dote de varias princesas de la casa hasta que una criada que después pasó a casa Alighieri la llevó consigo a Firenze en 1298. Bebida con moderación beneficia los hígados, pero lo transforma a uno en poeta visionario si se ingiere en exceso.

Amistad - Ramón Colmenares

Desolada, llorosa, no atinaba siquiera a articular pensamiento u acción para salir de su desánimo. Así estaba cuando él la encontró y sin hallar las palabras que le sirvieran de bálsamo a su adolorida alma. Con ternura la abrazó, la tomó suavemente de los cabellos y le enseñó que en el espacio justo entre su hombro y cuello, cabe perfectamente un rostro, cuando requiere consuelo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

A fin de cuentas, lluvia - Rita Vicencio


Sales de casa a caminar. El dia es triste, gris, como siempre. Sin ella nada tiene sentido, y las humedades de otras no logran sino acrecentar su ausencia. De nada sirvió sacar el colchón y reemplazarlo con uno nuevo. No es tan fácil sacarla de tu mente, de tu sangre...
Te cansaste de la humedad de tus lágrimas lloviendo sin descanso y, mientras miras a la gente correr a ocultarse, tomas la decisión y sales al descubierto. Tu rostro arde mientras la lluvia ácida lo deshace, pero ya no importa. A fin de cuentas, es solo lluvia.


Tomado del blog: http://saborajenjo.blogspot.com/


Los domingos – Daniel Sánchez Bonet


Los domingos son días para pasarlos con la familia o entre amigos. Se puede ir a comer a la montaña, a dar una vuelta en grupo por el centro de la ciudad, a seguir un partido de fútbol o a ver una película en el cine. Los domingos son esos días para pasar en compañía con los seres más queridos ¡Para eso se crearon los domingos! Pero, como cada fin de semana, aparto la sábana, veo la hora –¡qué tarde es!- miro a mi derecha y ella, hoy rubia, se viste para irse ¡Otra vez!

Tomado de: http://www.microrrelatosapeso.blogspot.com/

Mujer trabajadora - Fernando Puga


No tengo ganas pero iré. Me levantaré con prisa. Bajo la ducha me enjabonaré mecánicamente y cepillaré mis dientes con urgida firmeza. Me vestiré sin elegir, con lo primero que venga a mi mano. No voy a maquillarme. Me secaré el pelo y bajaré la escalera. De un trago tomaré el café con leche recalentado y masticaré una insulsa galleta untada con queso blanco. Tomaré la cartera y me dirigiré al garaje. Encenderé el auto y me iré. No voy a llegar tarde ni a esquivar mis deberes. No voy a descuidarme.
Él la abraza de atrás. Con amable firmeza le ofrece un juego mañanero, envuelta en calor masculino.
Cuando a las once encienda el celular, se habrán juntado unos cuantos mensajes de texto y llamadas perdidas. Sonreirá, con esa sonrisa que él conoce, mientras calibra la temperatura del agua antes de meterse bajo la ducha.


lunes, 15 de noviembre de 2010

Prêt-à-porter - Víctor Lorenzo Cinca


Las persianas bajan a las nueve en punto de la noche, ocultando el interior a las miradas curiosas e insomnes de la calle. Entonces, cuando se queda sola en la tienda tras una interminable jornada laboral de la que no puede quejarse pues carece de contrato, ocupa las horas probándose vestidos, faldas, blusas y bolsos, soñando con una vida mejor, más libre. Al amanecer, después de una noche de fantasía y quimeras, vuelve a enfundarse la ropa de trabajo y se coloca en el escaparate, adoptando la rígida postura forzada de cada día, esperando que suban de nuevo las persianas.


Tomado de Realidades para Lelos

Imagen: Grove 2, de sesfitts en deviantArt

Estreno – Héctor Ranea


A decir verdad, ya caminaba bastante errático para ser lo que era, así que quienes vimos cómo caía no fue una sorpresa. Lo penoso fue que justo el bondi le pasó por encima de la cabeza. Se escuchó feo, el ruido a huesos rotos y eso.
De pronto, el tipo se levanta y desde un lugar cercano al cogote dijo
–¡Carajo, justo hoy que estrenaba cabeza de humano!
Recogió lo que pudo de su cráneo y no lo vimos más.

Imagen: Little Blue Tree, de sesfitts en deviantArt

Realidades - Juan Manuel Valitutti


Mi mujer me dijo: “O nosotros, tus hijos y yo, o lo otro”. Cabe aclarar que, con “lo otro”, mi esposa se refiere a la otra realidad en la que por afición o necedad me sumerjo: un mundo donde los problemas domésticos no existen y donde los placeres son vastos. Aún no me decido, y mientras escribo estas líneas pensando en las realidades en tensión, sé que una puerta se cierra indubitablemente a mis espaldas.

Imagen: The Journey - Green Dragonfly, de sesfitts en deviantArt

Rutina diaria - Javier López


Como cada día, haciendo gala de una puntualidad paradigmática, el director del Museo Británico se dirige personalmente a la puerta principal para supervisar la apertura al público.
El Big Ben da el aviso. Son las diez de la mañana. Con su flema característica, abre las puertas del Museo. Utiliza una llave inglesa.

Imagen: Crow Between, de sesfitts en deviantArt

Tú - Carlos Rodríguez Arévalo


Lejana te fuiste de tu vida para volver a encontrarla, y dejaste lo bueno y lo malo, pero sobretodo, lo que te estorbaba. Después de eso te elevaste, te perdiste y te encontraste, te tomaste de la mano y aterrizaste y te fuiste caminando sin mirar atrás y lograste verte de espaldas después de darle la vuelta al mundo.

Sobre el autor: 
Carlos Rodríguez Arévalo

Imagen: Air Ship, de sesfitts en deviantArt

sábado, 13 de noviembre de 2010

Amor adolescente - Eduardo Mancilla


Ellos habían consensuado hacer el amor por primera vez tras un fogoso debate sobre intereses y prejuicios. Inmediatamente, el joven se sumergió en el mundo instantáneo de la pornografía. Su desvelo era ofrendarle una maestría de amor. Ella lo consultó con su madre. La lluvia de la siesta los acompaño hacia el lugar oportuno. Él dejó evidencias de su remolino de pasión. Ella le cobró doscientos pesos.


¡A comer! - Samanta Ortega


Como de niño no había manera de que comiera y en la casa la mayoría de las veces había puré, la madre desesperada transformaba la bola de patatas en una niña. Si hacía hamburguesas o cualquier otra cosa, también le daba la misma forma porque era la que mejor le salía: Y ahora, le comemos la pierna, ¿ves, qué rico?
El problema fue cuando empezó a manejar los cubiertos solo.

Necropsia - Alejandro Ramírez Giraldo


Entré a la sala de necropsias y el cadáver me esperaba sobre la mesa. ¡Ay!, me sobresalté al ver tanta belleza. Observé, medí y anoté los datos técnicos necesarios. Luego, cuando empezaba a quedarme perplejo sobre esos senos prominentes, firmé el informe y dije listo. Se levantó rápidamente y se encerró en el refrigerador de un portazo.


Tomado del blog: http://www.minicuento.com/

Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo

jueves, 11 de noviembre de 2010

Un día de pesca - María Brachetta

 
En el mar de la vida podemos pescar infinitas cosas. Pero no hay vueltas, el día que pesques una traición te ahogas. Te caes a las profundidades del océano, y sin bien muchos dicen que se puede volver a la superficie, la presión que ejerció aquella sumergida es muy difícil de curar y olvidar.

Al origen - Raúl Sánchez Quiles


Salió un día de un lugar cálido y cercano y ahora lucha cada noche por regresar, al menos en parte, a algún barranco acogedor que le resulte vagamente familiar; a alguno de esos despeñaderos que le recuerden los precipicios húmedos de su origen. Las noches en que no logra su objetivo, opta entre reencontrarse con otras cinco partes de sí mismo o cruzar la frontera, pagar el canon y recorrer con los ojos cerrados alguna de esas gargantas sin nombre que surgen en pleno corazón de las ciudades.

Tomado de Hiperbreves, S.A.

¡Clic! - Daniel Sánchez Bonet


Mi hermano es un tipo extravagante de esos que se encierran en la habitación mientras filosofean sobre nuevos conceptos. Talento tiene, de eso no hay duda y según dice, uno de sus mayores logros es un original lenguaje que permite expresar con exactitud fenómenos poéticos e indescriptibles. No suena nada mal, la verdad. Así, en su diccionario, la alegría experimentada tras una larga espera equivale a un ¡Din-don!, el paso del tiempo a un ¡Tic-tac!, un bello amanecer a un ¡Quiquirikiiii!, la muerte a un ¡Ssssss! eterno, el odio a un ¡Bum! y los orgasmos a un efusivo ¡Mmm!…
Lástima que haya olvidado incluir también el que define su triste soledad.

Tiempo perfecto - Nicolás Ferraiolo



Mi ingenuidad comenzó cuando antiquísimo estudiaba gramática en el profesorado, y me resignaba a que sí existía el contradictorio tiempo verbal “futuro perfecto”. Me invadía la idea de que si había una posibilidad mental de nombrar perfectamente lo que pasaría en el futuro, yo debía tener un proyecto armado: una esposa, amantes, hijos, muchos nietos… El sueño americano se filtraba sobre mis deseos libertarios. Conseguí una novia, nos casamos y tuve todas esas cosas.
Hoy, divorciado, viejo y arruinado, mi gran satisfacción es el Esbozo del Diccionario de la Real Academia, donde el "futuro perfecto", que me arruinó la vida, no existe. No existirá más. En consecuencia, voy todos los días a los piringundines de todo el país, tomo fernet con coca, entre otras cosas. Se preocupan por mi salud. Los muy ingenuos no saben que ya no pueden afirmar ni que vamos a morir.

Nicolás Ferraiolo

martes, 9 de noviembre de 2010

Demografía del otro lado – Sergio Gaut vel Hartman



—¡Es inadmisible! —El lujoso personaje, envuelto en una capa roja protestaba ante la taquilla de admisión.
—¿Usted o quién? —replicó, aburrido, el tipo que revisaba las credenciales—. ¿No le debo permitir el ingreso o quiere decir que es inaceptable que hayamos organizado esto?
—¿Se da cuenta? Usted no registra la realidad que lo circunda.
—¿No? ¿Usted sí?
—Yo sí. Veo a Ahab, Obama, Sandokán, Samsa, Saramago, Joe Silver, Bufalo Bill, Stallone, Raskolnikov, y ni le digo de los otros, que no conozco o no registro.
—¿Es estúpido o qué? ¿No leyó el cartel?
—¿Qué cartel? —dijo el de la capa roja.
—Ese. —El admisor apuntó con el dedo hacia arriba. Rezaba: I CONGRESO UNIVERSAL DE METAFICCIÓN.


Acerca del autor:
http://grupoheliconia.blogspot.com/2010/11/sergio-gaut-vel-hartman.html

Morgue - Héctor Ranea


—Entendí la causa del deceso —dijo el Jefe de Terapia Intensiva Alimenticia.
—¿Sólo porque dejó esos garabatos que ella llamaba escritos? —dijo la escultura viviente que venía de Guardia e Incertidumbres del mismo Hospital.
—¡Qué generoso soy —exclamó el Jefe— que no la despido!
Todos callaron, ocultando su cobardía. El Jefe siguió: —Verán al lado del cuerpo de la difunta una bolsa de supermercado. Esa blanca de ahí —señaló—. En ella, la occisa separaba los restos para comerlos en un festejo regado con licor generoso que compraba a treinta por caja.
Maribel comentó por lo bajo al experto en Alimentación Alternativa: —Depende. Yo, por ejemplo, encuentro seductora a la persona que bebe esos licores.
—El problema —concluyó el Jefe— estribó en que, aparte de seguir la dieta antropófaga que le recetamos, comerse las uñas de sus víctimas por separado le causaba tanto placer que no pudo parar, hasta morir.


Acerca del autor:

Epicureísmo - Claudia Sánchez


El festejo estaba por comenzar. Ni bien terminó de limarse las uñas, sirvió un vaso generoso de sangría helada, encendió las velas aromáticas y puso esa música seductora que tanto le gustaba. En terapia había llegado a la conclusión que tenía que hacerse tiempo para el placer. Era difícil, porque el tiempo escaseaba. Pero ahora disponía de media hora antes de que llegaran los chicos y la aprovecharía al máximo aunque dudaba  en superar el tercero. Igualmente era un buen número. Se acomodó en el sillón, abrió su  laptop y comenzó a leer los escritos químicamente impuros. Murió de placer.

Enojo libresco - Saturnino Rodríguez Riverón


Un libro rebelde y contestatario que al abrirlo cualquier lector desaprensivo en una página determinada —digamos la 53— todas las letras le saltan a la cara y comienzan a entrarle por la nariz, los oídos, mientras otras le aprietan el cuello fuertemente y le gritan enojadas: “¿Por qué, por qué vienes a pasear tus ojos intrusos precisamente aquí en nuestro mundo?” y aprietan, aprietan hasta asfixiarlo. Después ellas mismas se encargan de cerrar el libro y borrar las huellas del crimen.

Miseria - José Luis Vasconcelos


Llevarse algo a la boca, tras días de no hacerlo, fue tan doloroso como el hambre. Los labios de la pareja estaban cuarteados. Lloraron, tal vez de gusto, rabia o resignación. La saliva era una masa espinosa que raspaba sus gargantas. Jamás olvidarían esa comida; sólo tomaron lo que estaba a su alcance. Instantes después masticaban tenazmente esa carne rancia y blanquecina. La mujer alzó los hombros, y él dijo: —Tu hija iba directo a la fosa común, qué más da; además, las ratas tienen mejor sabor.

Blanca y radiante - Víctor Lorenzo Cinca


La de hoy me recibe como todas las anteriores, seductora, desnuda, indefensa, entregada por completo a mi voluntad. La observo, la acaricio, clavo mis uñas en su pálida piel... y ella aguarda sin palabras. Me encantaría colmarla, como he hecho con otras, pero no, hoy no puedo ser generoso con ella, no puedo prodigarme. Nada de preliminares. Debo darme prisa, alcanzar rápido esa sensación de placer que siento siempre después de la descarga. La situación lo exige.
Terminada la contienda, aliviado, la dejo encima de las otras hojas, con nueve renglones escritos y el punto final colocado, y me fumo un cigarrillo a modo de festejo. La escritura es mi única terapia.

Muñeca – Fernando Puga


Dobla las rodillas con una elegancia superlativa; sin permitir que su cuerpo pierda la vertical. Un movimiento estudiado sin duda, pero tan bien aprendido que sorprende con su naturalidad a los galanes que clavan los ojos en su estilizada figura.
Con la bolsita que acaba de sacar del estuche enganchado en la correa del caniche, levanta el excremento que el can dejó sobre la acera.
El caniche es macho.
El único macho que no la abandonó luego de conocerla un poco.

La espera - Luisa María García Velasco


La mujer de la foto sonreía. Seguía siendo el amor de su vida, después de tantos años. Inconfesado siempre, oculto al mundo. Oculto incluso a los ojos de ella, que finalmente escogió a otro y fundó una familia. Pero ahora tenía su imagen, aquella foto suya que desde el papel enmarcado lo miraba a los ojos y le sonreía. A él le bastaba. Disfrutó de aquella primera experiencia de intimidad con ella, bajo el sol de mayo, con multitud de flores (lo demás no existía) rodeándoles. Decidió repetirla cada día. Le devolvió la sonrisa. 
Y después, lentamente, salió del cementerio.

Costumbre devoradora – María Fabiana Calderari


—Festejo la decisión de conservar finalmente sus escritos —anunció con voz seductora, mientras, indulgente, daba por concluida la terapia de tantos años. No es fácil superar la costumbre de devorar papeles. Ella lo comprendía mejor que nadie. Nos saludamos con un generoso quejido, ensordecedor y enigmático, moviendo apenas las rabadillas. Y  por puro placer, nos comimos las uñas.

La legendaria ciudad de los vientos - Sebastián Chilano


Las llamaban Tokio, New York, Buenos Aires. Quienes las construyeron estaban empecinados en llegar al cielo. Dicen que tienen capa sobre capa de cemento. Y de tierra también. Y que por eso colapsaron. Nadie sabe qué será de ellas en 1000 años. Hoy son inhabitables, y a la vez son las mayores atracciones turísticas. Hacia ellas parten y se pierden distintas expediciones. Viajeros de todo el mundo entrenan para soportar las inclemencias. Dicen que no se puede respirar. Que el ruido es ensordecedor. Que para dormir hay que atarse tres veces y boca abajo. Que si algo se cae o se tira puede destruir las ruinas de cualquier edificio antiguo y colapsar el santuario. Dicen que nadie ha vuelto. Dicen que los pocos que han vuelto fueron confinados. Dicen, también, que nadie quiere volver. Mañana partimos hacia Buenos Aires. Confió en regresar.  

Alturas - Javier López


La multitud, que se arremolinaba en los alrededores del edificio, comenzó a abuchear al hombre que acababa de saltar al vacío desde el piso 93.
—¡Cobarde, farsante! —gritó, con las manos haciendo de bocina, el hombre del maletín de piel.
—¿Para esto nos tienes esperando? —vociferó la mujer del caniche.
El resto de los congregados ululaba afeando la conducta del suicida arrepentido. Éste, tras saltar al vacío, había desplegado un paracaídas con la enseña de la compañía a la que representaba.
A la altura del piso 71, iban a llevarse una sorpresa. El entonces supuesto suicida pasaba las cuerdas del paracaídas alrededor de su cuello.
Poco después se posaba sobre el firme de asfalto, con la lengua colgando hacia el lado derecho entre sus labios.
—¡Bravo, bravo! —los vítores del gentío se mezclaron con aplausos.
Se dispersaron, satisfechos de que la espera había merecido la pena.

Acerca del autor:
http://grupoheliconia.blogspot.com/2010/11/javier-lopez.html

Control de plagas - Carolina Fernández Gaitán


A pesar de que Ana se sentía afortunada, había dos cosas que la sacaban de quicio: los reclamos de Sergio y los mosquitos. Durante años aguantó los reproches por las tardanzas, los platos sucios, las visitas de sus amigas, la camisa sin planchar y la mar en coche. Sin embargo al llegar la noche, su tormento se perdía en los ojos turquesas de Sergio. Era sobre aquella piel suave y bronceada, donde Ana olvidaba los martirios. Y en el preciso instante en que escalaba los firmes pectorales de su novio, aparecían los mosquitos torturando sin clemencia.
Una noche estrellada, Ana, comenzó a poner en práctica el plan perfecto: dejó de besar a su amado. Al cabo de unas semanas, Sergio volvía a ser un gordo y verrugoso batracio.
Desde entonces, en su casa no hay mosquitos.

Cibercafé - Daniel Sánchez Bonet


OJOS AZUL VAQUERO- ¿Hay alguien?
RUBITA69 – Claro que sí, guapo.
RUBITA69 – Yo siempre estoy disponible. ¡Qué nick más picante!
OJOS AZUL VAQUERO - jejeje
RUBITA69 – Todo en esta vida puede ser muy picante
RUBITA69- ¿Qué dices?
OJOS AZUL VAQUERO- …
RUBITA69 – Si quieres podemos quedar en mi casa que no hay nadie.
RUBITA69 – yo no me lo pensaría…
RUBITA69 – Maestro Giner 1  4º A, quedamos abajo.
OJOS AZUL VAQUERO- ¿Papá?

Recuerdo - Esteban Dublín


El escritor se toma su tiempo, reflexiona frente al papel en blanco y detenidamente empieza a escribir sobre un personaje con la capacidad de predecir el futuro a través de certeras visiones. Una de ellas trata de un vidente que pierde la memoria y que para recuperarla se dedica irremediablemente a la literatura. De repente, el escritor suelta el bolígrafo alterado y, casi de inmediato, recuerda.

Ilustración de Macías.

El fin del mundo - Carlos Alvahuante


Ayer fue el fin del mundo. Así lo pronosticaron los científicos. Así lo vaticinaron las profecías. Hoy, al amanecer, mientras todos salimos de los refugios subterráneos, compartimos miradas, sonrisas, palmadas amistosas en la espalda. Nos sentimos exultantes. Renovados de los pies a la cabeza. Los edificios se ven más sólidos. El cielo, más hondo. No nos atrevemos a decirlo en voz alta, pero sé que todos deseamos que el próximo fin del mundo esté cerca.

Por esa palabrita - María Taltavull



La crisis fue secreta. Una ruptura tranquila y susurrada. Sin exclamaciones ni declaraciones. Fue de ausencias, de frío y un poco de azar. Partió el poeta un tanto enamorado aún, pero casi resignado. La pintora siguió acomodando sus oleos. Imperioso era, sin duda, cortar ese cordón de encuentros y lejanías incomprensibles. ¿Por qué me voy? Pensó él, si supuestamente la amo.
—Te vas —dijo ella a viva voz; además de pintora era encantadora y bruja—, por esa palabrita...

El poeta giró, la miró fijo. Y ella, sin levantar la vista de la tela, pronunció con lentitud: “supuestamente”.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Si no fuera... - Martín Gardella


–Si no fuera porque estás tan lejos, iría esta misma noche a dormir contigo –dijo la voz en el teléfono.
–Te abriría las puertas encantada –respondió la mujer–. Si no fuera porque hoy regresa a casa mi marido, tras haber cumplido la condena por tu asesinato.

Tomado de: http://livingsintiempo.blogspot.com/

Otro traje invisible – Sergio Gaut vel Hartman


El joven periodista, recién egresado del Instituto, logró aproximarse al Zar de la Tele y le preguntó a bocajarro: —¿Sabe que está haciendo unos programas de mierda?
—¿Yo? —El Zar de la Tele contempló al imprudente como un gato que tiene al ratón a su merced—. ¿Te parece, pendejo, que si llegué hasta acá fue porque tomo en consideración las pelotudeces que dice alguien como vos?
—Seguro que no —respondió el novato, muy suelto de cuerpo—. Pero el problema es que nadie, hasta ahora, se atrevió a decírselo. ¿Conoce el cuento del traje nuevo del emperador? Lo escribió Hans Christian Andersen. El inocente dijo que el emperador estaba desnudo, ¿comprende? No existen las preguntas estúpidas. 
El Zar de la Tele captó la moraleja y en el programa de aquella noche se suicidó ante las cámaras. El índice de audiencia trepó a 100… en las repeticiones, claro.

Y decirte adios - David Moreno


Los aviones, al llegar la noche cruzan el océano sin cesar, uno tras otro. También lo hacen las estrellas fugaces. Y yo, asomado en la ventana de mi habitación, intentaré no dormir. Quiero verte pasar.

Publicado en No Comments

viernes, 5 de noviembre de 2010

Clarividente - Oriana Pickmann



Entré. Allí estaba ella, sentada, haciendo lo suyo. Por un segundo cruzamos nuestras miradas, tiempo suficiente para que ella adivinara cuáles eran mis intenciones.
—Léame la fortuna —le pedí.
—Setecientos cincuenta y nueve euros —respondió.
—Gracias —le dije, y salí del banco.

Perspicacia marciana- Javier López


Al poco tiempo de nacer el pequeño Fubijiz, su padre, el señor Krenx, descubrió la infidelidad de su esposa, la señora Birgli. Las antenitas del bebé no emitían en la frecuencia familiar, sino en la del señor Zwinks, el lechero.