miércoles, 22 de septiembre de 2010

La gula – Fernando Puga



Desenvuelve el bombón con la destreza del goloso; lo delata el hilo de saliva que asoma por la comisura de sus labios. Lo meterá en su boca y dejará que se disuelva la cobertura de chocolate sin violar su regla básica: jamás morder.
Delia sabía que al ver el bocadito con corazón de dulce de leche junto a la taza de café él no resistiría; ni lo pensaría siquiera.
Lo observa ahora saborear con parsimonia el bombón envenenado y disfruta con él. Como buitre ante hiena que agoniza.

1 comentario:

Claudia Sánchez dijo...

¡Excelente! Otro que muere por el chocolate.
Saludos!