domingo, 4 de julio de 2010

Lo de siempre, por favor - Samanta Ortega


Voy a la cafetería de toda la vida a encontrarme con mi mujer.
Después del accidente que tuvimos decidió que era mejor que vivamos separados y que vayamos paso a paso, como cuando éramos novios. Lo bueno es que he logrado que me perdone.
La cafetería de la calle Valcarlos es ideal porque nos conocen desde hace años y porque siempre me cobran un café en vez de dos; una consideración que nunca nadie había tenido con nosotros.
A pesar de que algunas veces insista en querer pagar los dos porque estoy a principios de mes, los empleados se niegan rotundamente, haciendo de cuenta que no han visto a nadie más que a mí. Esa es otra de las cosas que me gusta del lugar, la discreción.

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