miércoles, 30 de septiembre de 2009

Cinemanía - Héctor Ranea


¡Ay, caramba! Es difícil narrar esto, porque se presupone que el tiempo transcurre. Es decir, se puede hacer volver el tiempo atrás, adelantarlo, situarse en un tiempo que no existe. Pero que no transcurra: imposible. Dos películas lo intentan (y están una inspirada en la otra) pero, rigurosamente, lo que sucede es que el tiempo funciona, pero salta atrás. Que no transcurra es difícil de describir porque leer supone, como escribir, que el tiempo entre las letras no es nulo sino que hay un flujo, geométrico, termodinámico, comoquiera que se interprete. El tiempo detenido es inasible.
La pareja estaba sola en el cine. La película se detuvo. Todo se detuvo. Él no pudo besarla, ella no pudo apretar su mano porque quedó inmóvil. En la pantalla un cartel decía: Detenido. Buscando señal. El proyector se había quedado sin tiempo. Sin tiempo el film. Entonces, la nada.

3 comentarios:

María del Pilar dijo...

Muy bueno, Héctor, me gustó.

Ogui dijo...

Gracias! Qué suerte que hay tiempo, no?

Anónimo dijo...

Me dio desesperacion , remonta a lo incompresible ,nulo .
Muy bueno.